San Lorenzo volvió a lo San Lorenzo. En medio de confusiones, desprolijidades y mucho sufrimiento, el proyecto de restitución histórica se convirtió en ley. La gente demostró que todo es posible. Hasta lo imposible también.

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Ante todo les digo que tengo sólo tres horas de sueño. La emoción no me dejó pegar un ojo como corresponde. Así que entre la excitación y las sensaciones que ahora circulan por mi cuerpo, intentaré volcar la locura que ayer vivió San Lorenzo de Almagro. Así que, en este estado, me senté a escribir. 

Se logró el objetivo a lo San Lorenzo. Inesperado, sufriendo, desprolijo. ¡Lo disfrutamos el doble! Porque somos así, fieles que sudamos ante cada santa procesión. Ayer cada uno de nosotros se levantó como un jueves más, sólo que faltaba una semana para lo que finalmente ocurrió horas después…

“Se vota hoy posta???”, fue el mensaje que más veces llegó a mi celular. “Hay un uno por ciento de chances”, me dijo Adolfo Res en horas de la tarde. Si él te dice que hay un uno por ciento, es probable que se pueda llegar al cien rápidamente. ¿O qué porcentaje había de que San Lorenzo recupere las tierras de avenida La Plata años atrás? Adolfo hizo crecer ese uno porciento hasta el cien durante una lucha que duró años.

“Convocá a que la gente vaya. Hay muchas posibilidades que hoy se vote”, contó Adolfo luego de debatir con sus compañeros de lucha. Es que por la tarde, una contra marcha organizada por sindicatos y trabajadores de Carrefour, con la suma de hinchas de otros equipos pagos, ponía en peligro todo. No había que generar un choque.

Despejada la legislatura, los cuervos fueron cayendo. Espontáneamente. Sólo con amor. De a poco la fueron rodeando, como lo hicieron miembros de la Subcomisión del Hincha y dirigentes. Que se vota, que no se vota. A las 18.30 ya tenía la data de que sí iba a votarse, pero no se sabía la hora ni nadie se animaba a confirmarla oficialmente. Hasta se pensó que a las 3 de la mañana podía hacerse.

Las redes sociales, especialmente Twitter, eran una locura. Informaciones cruzadas. Desmentida va, desmentida viene. Otro amigo de la Subcomisión del Hincha, Alberto Ramos, me dice: “Ya vamos para allá. Hay que estar. Ni bien sepamos, te informamos”. Yo me volvía loco. Era San Lorenzo y se vote o no, había que estar custodiando el proyecto.

La ola de rumores seguía creciendo. Algunos periodistas nacionales con mala onda, y otras diputadas que hasta insultaron para decirle a los hinchas que “no se vota” preocuparon a más de uno. Alejandro Macció, intendente del club, me dijo: “Se vota”. Así de corta. No me lo dijo un dirigente, me lo dijo un amigo. Ahí, a meterle más con la difusión.

Una hora más tarde, sin novedades concretas, faltaba saber cuándo. Alejandro no atendía. Su celular se había quedado sin batería. Un celular que irá al museo, porque fue el celular que sirvió de enlace entre Marcelo Tinelli y Cristian Ritondo.

Adolfo tampoco atendía. ¡Cómo me iba a atender en ese momento, que era de vida o muerte! Llamo a Daniel Peso, otro gladiador de la vuelta. “Estimamos que pronto se va a votar, faltan algunos detalles. Ni bien confirmen, te llamo”. Hombre de palabra, Daniel. “Se vota ahora. Podés confirmarlo”, me dijo en su llamado tal como prometió.

Yo estaba afuera. No pude entrar como en las otras marchas y sesiones. Sufriendo con amigos y tratando de comunicarme con mi familia, para que por TV me cuenten qué decía el canal 79 de Cablevisión, que transmitía la sesión de la legislatura. Mariano Colángelo, presidente de la Subcomisión del Hincha, ponía su celular que transmitía lo que su señora le hacía escuchar de la tele. Encima, a pocos metros, una banda under muy pesadita, molestaba con su música.

“Está hablando Laura Tuñón, ahora Campos, Ibarra…”. Todas palabras de apoyo para San Lorenzo eran. Le toca a Ritondo, presidente del recinto. Se vota, se vota, y se votó. Los cincuenta legisladores presentes dijeron “Sí”. A los gritos, festejando como algo más que un título. Porque esto sí que lo ganó la gente, esa gente que logró convertir la utopía en realidad, dejándole el mejor mensaje que se le puede dar a una sociedad: con esfuerzo y sacrificio, todo es posible. Lo imposible también.

Sale Matías Lammens, transpirado como un jugador. O más. La cuervada se le tira encima. Lo besan. Hacía un día le había dicho "vos serás el presidente de la vuelta y el que gane la Libertadores". En 24 horas saldó una apuesta. Llega el turno de Adolfo, que había perdido comunicación porque estaba adentro en la Legislatura, luchando como todos los días. Lo llevan en andas. Llora emocionado. Seguro se acordará de su viejo, que hoy lo custodia desde arriba. Lo ovacionan. Lo merece. Un patriota de la causa que, sin él, esto no sucedía ni en un sueño. Él lo llevó de la ficción a la calle, a la vida de todos. 

La gente, chicos, chicas, grandes, de todos las generaciones, llorando. Hacía tiempo que no veía tantas lágrimas de emoción. Se cantaba con las gargantas entrecortadas. Lo inesperado se hizo realidad. Todo estaba programado para siete días después, pero se anticipó como un delantero que quiere hacer gritar a sus hinchas. Como hace 33 años lo hizo Mario Rizzi, quien pronto dejará de tener el privilegio de ser el autor del último gol en avenida La Plata.
Román Perroni. MA
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