San Lorenzo no pudo con Olimpia en Los Ángeles, cayó 2-0 y se quedó con las ganas de levantar su tercer título internacional en 3 años.
12-07-2003. Si se tiene en cuenta que las finales suelen tener un ritmo parejo, pierna fuerte, espacios reducidos y mucho nervio, los primeros minutos del juego entre San Lorenzo y Olimpia no tuvieron nada de eso. Fueron instantes de gran actividad en los dos arcos. Orteman y Miguel Benítez ofrecieron su velocidad y Hernán López aportó su peligrosidad. Del lado del Ciclón, Nico Frutos intentó devolver algo de lo que Insua ya le había dado con la titularidad sobre la hora. El Flaco, a los cinco minutos, tuvo una bastante clara de cara al Mono Tavarelli, pero le dio mordida y la pelota perdió potencia. Un ratito después, Acosta fue el asistente del rubio y éste, otra vez, tuvo mala puntería con su cabezazo y el posible gol se estrelló en el palo izquierdo de los paraguayos. Fue así en el inicio, dos equipos sin temores.
Todo cambió de a poco. San Lorenzo empezó a dudar de sí mismo, el Beto se perdió, la línea de volantes se paralizó, Lunita se encerró y el protagonismo quedó en manos de Olimpia. Incluso con algo de imprecisión, fue más en el resto del primer tiempo y por eso consiguió la ventaja real a los 27 minutos, luego de una buena jugada individual de Hernán López, que recibió de Orteman, cuerpeó a Gonzalo Rodríguez, superó a Saja y definió suave, cruzado, lógico para lo que se había visto. San Lorenzo tardó en reacción, pudo insinuar una recuperación a los 36, con un buen zurdazo del Beto, que terminó en córner. Pero si eso buscaba levantar el ánimo, de poco sirvió, porque Olimpia enseguida se acomodó con otra de López. Y de yapa Benítez, que es muy habilidoso, resaltó esa superioridad con otro mano a mano, a uno del final, que se fue por arriba.
Fue más de lo mismo el segundo tiempo, Luna tuvo una clara a los nueve minutos: zurdazo que tapó Tavarelli. Insua mandó al Lobo Cordone a la cancha, lo hizo entrar por Zurita (el único no amonestado de los tres volantes) y se notó. Fue por la derecha, buscó, intentó, pero... Cuando parecía que ese aporte ofensivo podía equilibrar el resultado, Olimpia volvió a la carga, lo tuvo Benítez y salvó Saja. El Beto quiso, probó de zurda y no pudo. Hasta que llegó el quiebre definitivo de la final, con el penal de Paredes a López y la contundente definición del capitán Enciso. Ya estaba todo dicho. La noche de Los Angeles no fue inolvidable.
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